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VERDADERO

A comienzos del 2020, a raíz de algunos estudios que demostraron la prevalencia del virus en diferentes superficies, se especuló con la posibilidad de que este medio de propagación podría ser relevante para la transmisión del virus entre personas. Sin embargo, estas investigaciones fueron realizadas en condiciones de laboratorio y con una cantidad de partículas virales muy superior a la que se puede encontrar en situaciones reales. Por otro lado, lo verdaderamente importante es conocer si aquellos virus contaminantes que se encuentran en diferentes ambientes u objetos son capaces de infectar a otra persona, es decir, son infectivos. Pues bien, hasta el momento no se han publicado trabajos científicos en donde se haya corroborado fehacientemente la transmisión del SARS-CoV-2 por medio de superficies. Se considera, entonces, que si bien el riesgo de transmisión teórico a través de esta vía no es nulo, es mucho más bajo de lo que se creía a comienzos de la pandemia. Recientemente, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) emitió un comunicado en donde se descarta la transmisión del virus a través de alimentos y sus empaques. Se publicaron otros trabajos en los cuales se describe que la transmisión del virus a través de superficies no representaría una vía importante de infecciones y que, por lo tanto, el hecho de no desinfectar estas áreas no implica necesariamente un gran riesgo de contagio.

En contraposición, actualmente se conoce que el virus de SARS-CoV-2 se transmite por medio de pequeñas partículas liberadas al respirar, toser o hablar, que pueden permanecer en el aire por tiempos prolongados. Estas partículas se conocen como aerosoles. Estos aerosoles representan una importante vía de contagio, especialmente en espacios cerrados sin ventilación, pudiendo infectar a personas que se encuentran incluso a más de 2 metros de distancia. (para más información, ver https://confiar.telam.com.ar/el-virus-covid-19-puede-transmitirse-por-microgotas-que-una-persona-infectada-deja-en-el-aire/#1588354789513-d2fc1bf0-5f13)

En este contexto, la principal estrategia para minimizar la propagación del virus en cualquier ambiente cerrado es mantener los ambientes bien ventilados. El hecho de desinfectar las superficies podría significar un medio de prevención extra, pero los principales recursos en tiempo y esfuerzo deberían enfocarse en asegurar una correcta ventilación de los espacios cerrados.

El control de cuán ventilada se encuentra un espacio cerrado puede realizarse mediante sensores de dióxido de carbono (CO2), el cual es un gas producto de nuestra respiración. Especialistas y autoridades plantean la necesidad de utilizar estos medidores en las aulas, práctica ya realizada en España, y que se está utilizando actualmente en algunos municipios de la provincia de Buenos Aires (Para más info, visitar https://www.argentina.gob.ar/ciencia/unidad-coronavirus/ventilar). Algunos de estos dispositivos emiten una señal sonora cuando la concentración de CO2 excede un valor definido, ayudando a conocer cuándo corresponde ventilar un ambiente antes de que los aerosoles producidos y acumulados dentro del aula representen un riesgo para las personas que están en el interior.

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