APRESURADO
Hasta el momento las vacunas aprobadas bajo la modalidad de emergencia han demostrado una eficacia alta en los ensayos clínicos, es decir que se ha probado que son capaces en gran medida de prevenir la enfermedad sintomática. Sin embargo, aún es demasiado temprano para saber si estas vacunas evitan que las personas contraigan una infección asintomática y/o que puedan transmitir el virus a otras personas.
Las vacunas inducen a nuestro cuerpo a fabricar defensas para que, si nos infectamos con el virus, puedan atacarlo y eliminarlo más rápido y eficientemente. De esta forma, evitan la enfermedad; sin embargo, no evitan el ingreso del virus a nuestro organismo. Por consiguiente, la posibilidad de transmitir el virus a otras personas va a depender de cuán eficientes y rápidas sean las defensas para frenar desde el comienzo la multiplicación del virus. De no ser suficientemente rápidas, podría llegar a existir una ventana de tiempo durante la cual el virus se multiplica y puede transmitirse.
Estudios preliminares realizados tanto con la vacuna de Oxford-AstraZeneca como con la de Pfizer, sugieren que la protección brindada por ambas vacunas disminuye la posibilidad de transmisión. Esto podría llegar a ser así para otras vacunas también, aunque no se cuenta con estudios al respecto. Además, hay que tener en cuenta que hoy están circulando nuevas variantes del virus para algunas de las cuales las vacunas podrían llegar a ser menos efectivas.
Es por ello que, al menos hasta que los niveles de vacunación de la población total sean muy altos, debemos continuar con los cuidados necesarios para disminuir la posibilidad de propagación de la enfermedad.
