Julio Fabián ingresó el 4 de mayo al Hospital Abate de Malvinas Argentinas con síntomas leves de COVID-19. Seis días después, necesitó la asistencia de un respirador; su cuadro se agravó tras una falla hepática y otra renal que derivó en diálisis. Tras una transfusión de plasma de paciente recuperado de coronavirus, se curó y compartió su historia.
Julio tiene 58 años y según él mismo dice, nunca había ido a un hospital. No tiene enfermedades de base, ni tampoco es mayor de 60 años. Sin embargo, lo que comenzó con una leve fiebre y una sensación de estado gripal, derivó en un cuadro muy complicado.
Tras varios días de malestar, el hijo mayor de Julio decidió llevarlo al hospital. Apenas ingresó, le dijeron que tenía una neumonía muy avanzada; lo hisoparon, dos días después su test dio positivo por coronavirus y fue derivado a terapia intensiva.
Mientras el cuadro de Julio se agravaba, su hijo Carlos también daba positivo por coronavirus. El día 12 de mayo los especialistas le ofrecieron a Carlos la posibilidad de que su padre fuera tratado con plasma de pacientes recuperados, y la familia decidió que sí.
“Me dijeron que me iban a dormir un par de días. Cuando me desperté, habían pasado tres semanas. Yo pensé que habían pasado unos días nada más; en ese plazo me hicieron la transfusión de plasma, pero yo no sentí nada”, cuenta Julio.
Julio nunca tuvo miedo de morir. Los días previos a la transfusión su pensamiento recurrente era su familia: que estuvieran bien, que no se hubieran contagiado. Pensó mucho en su mujer, en sus hijos y en sus nietos.
“Una cosa es contarlo y otra cosa es vivirlo. Yo lo viví desde adentro, por eso estoy a favor de donar plasma y yo voy a donar. Cuando mi médico me diga que puedo hacerlo, yo voy a donar mi plasma de paciente recuperado, y mis hijos también”, asegura.
Tanto Julio como su hijo refuerzan la importancia de una ley de plasma en este contexto de pandemia: por cada persona recuperada de coronavirus que dona su plasma se pueden salvar hasta tres vidas.
“Yo creo que el argentino es solidario. Si todos donáramos, podríamos salvar muchas vidas. Y es sencillo donar un poco de sangre. Hoy, sin vacuna ni tratamiento, es lo único que tenemos. Quedarnos en casa y donar plasma”, concluye.