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VERDADERO

A partir de las evidencias recientes que sugieren la transmisión aérea del virus contenido en aerosoles que pueden recorrer mayores distancias que las gotas pequeñas  (para más información, ver el link https://confiar.telam.com.ar/el-virus-covid-19-puede-transmitirse-por-microgotas-que-una-persona-infectada-deja-en-el-aire/), la contribución de los aires acondicionados y sistemas de ventilación en la transmisión del virus causante de COVID-19 ha tomado mayor relevancia.

Utilizar sistemas de ventilación (aire acondicionado y ventiladores) en habitaciones en las que sólo hay personas convivientes no implica mayor riesgo que no utilizarlos. Lo importante es reducir el riesgo en espacios interiores donde hay personas no convivientes, ya que en los espacios cerrados el movimiento del aire puede transportar virus exhalados por una persona infectada directamente a otra, aumentando la transmisión.

En los primeros meses de la pandemia, una publicación vinculaba por primera vez a las corrientes de aire con la transmisión del nuevo coronavirus en espacios cerrados. En un restaurante en China se demostró que las personas que compartían la misma corriente de aire proveniente de un aire acondicionado con una persona infectada pre-sintomática, se contagiaron. Los otros clientes y personal del restaurante, que estaban bajo las corrientes de otros aires acondicionados, no se contagiaron. Sin embargo, este trabajo demostró tener importantes limitaciones. Desde entonces, otras publicaciones han sugerido que las corrientes de aire, ya sean de un aire acondicionado o de un sistema de ventilación cerrado, pueden contribuir a la dispersión de las microgotas de saliva que contienen al virus, facilitando su diseminación más allá de los 2 metros de distancia recomendados. También hubo reportes de contagios en medios de transporte donde se cree que las corrientes generadas por los sistemas de aire acondicionado pudieron afectar a quienes estuvieron más expuestos.

Es importante considerar que el sistema de aire acondicionado o ventilación podría contribuir a la transmisión del virus mediante dos mecanismos: el sistema mismo podría recircular aire contaminado, y/o podría crear condiciones interiores de temperatura y humedad que favorezcan la permanencia de virus activos. Por ello, deben evitarse las temperaturas menores a 21º C y entornos secos o de baja humedad (menor a 40%), ya que son las condiciones óptimas de “sobrevida” del virus. La permanencia de las microgotas en el aire también depende de estos factores ambientales.

En casos de falta de ventilación natural, se recomienda que los sistemas de refrigeración que recirculan total o parcialmente el aire tengan filtros HEPA para reducir la propagación del virus causante de COVID-19 en los espacios interiores cerrados. Estos filtros eliminan el 99.9% de partículas, incluyendo las microgotas de saliva que pueden contener virus. Por ejemplo, en los aviones se utiliza este sistema de filtración. Para mantener la eficacia, estos sistemas de ventilación siempre deben mantenerse y utilizarse en las condiciones recomendadas por el fabricante.

En el caso de tener que utilizar inevitablemente ventiladores en espacios comunes con personas no convivientes, se debe aumentar el intercambio de aire exterior, por ejemplo abriendo ventanas. Además, se recomienda minimizar el flujo de aire de una persona directamente a otra para reducir la posible propagación de virus que “viaja” en aerosoles. En resumen, la recomendación sigue siendo ventilar los ambientes lo mejor posible con aire limpio, mantener 2 metros de distancia con otras personas, usar el tapaboca-nariz y evitar lugares muy concurridos.

También debemos reducir la circulación del nuevo coronavirus en espacios públicos. Considerando la gran proporción de transmisión de personas infectadas que aún no presentan síntomas (pre-sintomáticas), las personas deben continuar con el distanciamiento físico y el uso de tapaboca-nariz.

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