APRESURADO
La vitamina D puede ser producida por nuestro cuerpo gracias a la acción de la radiación solar, o bien ingerida en ciertos alimentos y en suplementos dietarios (que deben ser consumidos bajo supervisión médica). En algunas patologías se demostró que esta vitamina es capaz de modular nuestro sistema de defensa (sistema inmune) y que tiene propiedades antivirales. Además, algunos estudios asocian la deficiencia de vitamina D con problemas en la coagulación y con una respuesta alterada del sistema inmune. Por esto se postula que su suplemento podría mejorar tanto la coagulopatía como el síndrome agudo respiratorio severo desencadenados en los pacientes que padecen COVID-19 severo.
En estudios realizados al momento, se encontró que entre las personas que se infectaron con el nuevo coronavirus y desarrollaron COVID-19, muchos presentaban un déficit de vitamina D. Pero esto no necesariamente implica que la falta de esta vitamina esté asociada a la infección. Diversos factores como región geográfica, edad avanzada, obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas pueden causar una deficiencia de esta vitamina y la mayoría de ellos son factores de riesgo asociados a complicaciones de COVID-19 (grupos de riesgo). También, debido al aislamiento social, podría haber disminuido la exposición diaria a la luz solar necesaria para la síntesis de esta vitamina. Para evaluar si la vitamina D es eficaz en el tratamiento de esta nueva enfermedad se están realizando 48 ensayos clínicos en todo el mundo. Hasta que estos ensayos finalicen no se puede afirmar que el tratamiento con vitamina D pueda evitar la progresión a una enfermedad más severa de COVID-19. Los beneficios de un tratamiento con esta vitamina serían su bajo costo así como su seguridad, ya que no posee efectos adversos.