VERDADERO
Una de las principales vías de entrada del nuevo coronavirus a nuestro organismo es la nasofaríngea, por lo cual bloquear esta vía de ingreso podría disminuir la probabilidad de contagio. Un equipo de científicos del CONICET desarrolló un spray nasal a partir de un compuesto llamado carragenina, que es obtenido de algas rojas y mostró tener la capacidad de evitar la entrada de distintos virus a las células y en consecuencia la multiplicación de los mismos en ensayos de laboratorio. Este compuesto funciona como una barrera eléctrica; al tener carga negativa interactúa con la superficie del virus, que tiene carga positiva, y esto evita que el virus pueda entrar a las células de nuestro organismo. Es como un “bloqueador” que no deja entrar al virus. El spray nasal con carragenina se podría aplicar a individuos sanos, disminuyendo las chances de que se infecten. A su vez, podría utilizarse en pacientes de COVID-19 que ya se infectaron para evitar que el virus que se está multiplicando en su organismo salga de una célula nasofaríngea y entre a otra sana, evitando así la diseminación del virus por el epitelio olfatorio y su llegada al sistema nervioso.
Ya comenzaron a realizarse ensayos clínicos con este compuesto para evaluar si es efectivo para prevenir o tratar COVID-19. En los ensayos se combina el uso del spray nasal junto con otro compuesto antiviral denominado ivermectina en forma de gotas o comprimidos. La ivermectina demostró ser capaz de inhibir la multiplicación del virus en ensayos de laboratorio mientras que, como se explicó anteriormente, la carragenina evita que entre el mismo a las células. El ensayo se está realizando en el Hospital Británico y en el CEMIC, ambos en Ciudad de Buenos Aires y consiste en la aplicación del spray cada 4 a 6 horas. Se evaluará el tratamiento en 3 grupos de personas distintas: en personal de salud, con mayor exposición al virus, en pacientes leves dentro de las primeras 48 horas del diagnóstico y en personas sanas que vivan en lugares donde pueda surgir algún foco de infección, administrándolo a contactos cercanos de una persona que dio positivo para COVID-19 y así evitar el contagio. Por el momento ya se probó en 140 pacientes leves, de los cuales ninguno terminó internado y en 27 pacientes críticos de los cuáles sólo uno falleció. Es necesario terminar de evaluar el efecto en una mayor cantidad de casos, lo que se hará al completar los ensayos clínicos.